Por: Mtra. Ligia Olmedo Santillana
En SIETE Olmedo el manejo integral se refiere a el trabajo en terapia donde se miran todas las áreas al mismo tiempo, hace tiempo, al explicar esto a las terapeutas de mi centro surgió la pregunta
¿Cómo es posible hacer esto?
Lo que respondí fue lo siguiente; en realidad el cerebro no es capaz de ver todo al mismo tiempo, esto es una idea, que aterrizada a la práctica se refiere a mirar un aspecto (convirtiéndolo en la figura o aspecto principal) manteniendo lo demás como fondo, después al poner atención a otro punto, el aspecto que se coloco como situación principal pasa a ser fondo y así se intercambian los aspectos a mirar o analizar continuamente.
Resulta que esto termina siendo una visión parcial integral que aparece al conocer distintas áreas del desarrollo y distinguir pautas clave en el desarrollo, por ejemplo: cuando el terapeuta va revisando que pasa con el cuerpo del niño (la postura), después analiza la respuesta a una pregunta, posteriormente se percata de la velocidad de ejecución o el tiempo que tarda en resolver, dándose cuenta en el siguiente momento de las habilidades de pensamiento que se usaron y así continúa. Esta visión permite hacer ajustes constantes en el manejo y además utilizar estrategias que mejoren cada una de las habilidades detectadas. Es útil que el terapeuta conozca las bases del desarrollo en cada área y como se relacionan entre sí, ya que esto es lo que le llevará a modificar una u otra situación. Por ejemplo; cuando la terapeuta de lenguaje sabe que la estabilidad de la cadera impacta en la estabilidad de la mandíbula y por lo tanto influye en el desarrollo del lenguaje (sobre todo en la pronunciación), seguramente evitará malas posturas en su sesión y revisara de manera frecuente que el niño mantenga una simetría en su cuerpo (así como lo intenta con su cavidad oral).
Entonces volvemos a la respuesta que nos interesa ¿Cómo es posible tener un análisis o visión integral?
Específicamente en una terapia de lenguaje y aprendizaje es necesario:
ü Conocer las bases del desarrollo de las áreas (motriz, cognitiva, lingüística, social y emocional) para poder relacionar las habilidades y modificar el manejo según dicho conocimiento.
ü Establecer una red semántica a nivel mental, analizando en cada paciente las áreas de oportunidad y sus causas para propiciar experiencias terapéuticas integrales.
ü Observar parece fácil, pero implica poner toda la atención y energía en la sesión (en el paciente, la relación con él, las percepciones y sensaciones que la terapeuta va experimentando y el nivel de reto planteado).
ü Entrenarse en la visión parcial integral mirado el todo, por medio del análisis de las partes, dicha habilidad se consigue con la práctica y la adquisición de bases teóricas.
En nuestro manejo terapéutico la base es una visión integral, creemos que el individuo, al requerir en la vida varias habilidades al mismo tiempo para cumplir con las demandas del medio; es básico que estas sean revisadas mejoradas o incrementadas en las sesiones de terapia.
Mirar la sesión de terapia como un espacio donde se usan y aprovechan diferentes habilidades en una sola experiencia, es lo que nos lleva a planear actividades donde se eleva cada área del desarrollo sin perder el eje (que depende de las necesidades lingüísticas o de aprendizaje que el niño presenta).
La relación que encontramos entre habilidades adquiridas o no adquiridas, es una pauta clave para saber cómo intervenir, ya que el desarrollo es una red de logros que dependen unos de otros, solo cuando se mira el mapa completo se elige la mejor ruta.