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RAPPORT Y EMPATÍA CON PADRES; UN RETO PARA EL TERAPEUTA INFANTIL
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Por: Lic. Julia Obregón Olea

Al pensar qué me gustaría recibir de la terapeuta de mi hijo si yo fuera mamá, definitivamente sería  poder confiar en ella, ya que jugaría un papel esencial en mi red de apoyo.

Tener la certeza de que sabe de lo que me está hablando, de que puede responder mis dudas y aconsejarme. Que me escuchará realmente y me dará el tiempo que merezco para contarle mis inquietudes, que ella pueda informarme sobre avances y  compartir estrategias.

Pero… ¿A quién le cuentas tus cosas?, ¿Con quién te abres?,  ¿Qué buscas en el otro para animarte a platicarle algo?

En mi caso, esto sucede con las personas a las que sé que les podría interesar lo que voy a decir, como familia, amigos cercanos y en otros contextos, con gente profesional (doctores, colegas, etc.) pero el requisito es… que «me caigan muy bien”.

Si bien sabemos que los padres y su compromiso son la clave para el desarrollo de nuestros pacientes, es necesario tener una buena relación con ellos para que todo el proceso fluya, sin embargo el hacer que confíen en ti, depende de tu trato desde el primer día de terapia.

La forma en la que propongo que la terapeuta pueda influir en los padres desde el primer contacto es haciendo uso de dos elementos: El rapport y la Empatía. Se tiene que establecer un buen rapport para lograr vincularse con el otro y partiendo de esto crear una relación empática.

El rapport, se refiere a entrar en sintonía y ganarse la confianza del otro, esto, lo hacemos la mayoría de las veces de manera inconsciente, principalmente cuando nos sentimos afines a la otra persona. Sin embargo se requiere de un mayor nivel de consciencia para poder lograrlo con aquellas personas que nos cuestan más trabajo, ya sea por ser desconocidos o por sentir que no hay una buena química entre ambos.

Para llevar a cabo la técnica del Rapport debes estar muy receptivo con tu interlocutor y realizar los siguientes pasos:

  1. Mencionar el nombre de la persona de vez en cuando, utilizar frases que demuestren comprensión y preocupación por el tema del que se habla, frases que resuman o clarifiquen lo que se acaba de decir, adecuar el lenguaje al nivel cultural de la persona, hacer que las palabras que utilizas al cuestionar, contestar u opinar correspondan y sean las mismas o parecidas a las del otro.

  2. Utilizando algunas formas de lenguaje no verbal. Escuchando, sonriendo de vez en cuando, manteniendo un contacto visual constante, asintiendo con la cabeza, dejando las manos a la vista, mostrando una postura corporal relajada, respetando una distancia física adecuada.

  3. Reflejar postura. Esto quiere decir que tienes que corresponder a sus movimientos y a sus gesticulaciones. Así como correspondes con las mismas palabras, también hazlo con tu cuerpo. Si él cruza o descruza la pierna, si se hace hacia delante, si se toca el cabello, si sonríe, si mueve la cabeza hacia un lado, si mueve los ojos hacia un lado en particular, etc. tú haz lo mismo con discreción y delicadeza. No se trata de imitar sino de corresponder a su lenguaje corporal de una manera sutil.

  4. Mostrar confianza en uno mismo, ser asertivo, mostrar un estado emocional adecuado, tener una actitud profesional en todo momento, mostrar que se tiene perfecto conocimiento de tema a tratar, interés sobre lo que se está hablando, comprensión, amabilidad.

  5. Igualar la respiración del interlocutor nos dará el volumen y tono de voz que él está utilizando. Es como si vivieras a su ritmo.

En este proceso de adoptar el comportamiento de la persona con la cual nos queremos comunicar, el inconsciente lo capta y esta se empieza a sentir identificada contigo.

“Cuando una persona está siendo imitada en el buen sentido, se genera una especie de placer, que hace que nos sintamos inclinados de una manera muy favorable e inconscientemente a esa persona o situación” – Jean Decety, neurocientífico de la Universidad de Chicago.

Ahora bien, la palabra empatía, recibe el nombre de inteligencia interpersonal (término acuñado por Howard Gardner) y se refiere a la habilidad cognitiva de una persona para comprender el universo emocional de otra.

Algunos estudios, han demostrado que algunas de las mismas regiones del cerebro que se activan cuando una persona siente dolor también se activan  cuando la persona imagina a  alguien querido sintiendo  el mismo  dolor. 
Un proceso similar  se produce cuando alguien se alegra de la buena suerte de un amigo o la satisfacción de una buena conversación con alguien cercano. Esto pasa cuando somos empáticos.

Entonces, ¿Qué habilidades se pueden desarrollar,  para practicar la empatía?

  1. Confiar en los propios sentimientos. Es el punto de partida para poder intuir los sentimientos de los demás.

  2. Desarrollar la asertividad (la capacidad para defender nuestros derechos sin menoscabar los derechos de otros).

  3. Evitar los prejuicios.

  4. Construir un clima de comprensión. Hay que saber prestar atención e interés en las situaciones sociales. (No basta con creer que se ha comprendido al otro. Hay que hacerle ver que es así).

  5. Pensar verdaderamente en la otra persona, para tratar de averiguar cómo se siente.

  6. No provocar interrupciones bruscas en las conversaciones.

  7. Aceptar y contener, esto se refiere a que hay que validar  lo que le pasa al otro. Por ejemplo: “Te noto muy preocupada”

Como terapeutas no hay que perder de vista que por mucho que racionalicemos las cosas y utilicemos palabras adecuadas en una situación,  tengamos conocimientos teóricos y demos explicaciones impecables sobre el caso de un paciente, las personas somos más emocionales que racionales. Es por ello que la empatía con los padres es una herramienta tan importante que hay que empezar a practicar y así mejorar las relaciones tanto con los padres de familia como en nuestras relaciones personales.

Bibliografía:

http://www.estrategiaspnl.com

http://www.mailxmail.com/curso-como-trabajar-equipo/empatia

http://www.enciclopediasalud.com/categorias/psicologia/articulos/la-empatia-consejos-para-potenciarla