Siete olmedo®

ADAPTABILIDAD, CUALIDAD PARA PROGRESAR
Lic. Alejandra Villasenor Valencia

No cabe duda de que éste último año nos sorprendió forzándonos a ser resilientes con nuestro presente y flexibles con nuestro futuro, lo que implicó salir de la famosa zona de confort en la mayoría de los aspectos de nuestra cotidianidad. En cuanto a lo que concierne al trabajo terapéutico en consultorio, también se requirió de adaptarse para continuar brindando la atención a niños y familias.  

Las relaciones terapéuticas; sea cual sea el área de intervención; especialmente tratándose de niños, se basan en la calidad de la interacción. Es decir; para poder lograr un avance significativo en el proceso de terapia, uno de los preámbulos principales será construir una relación estrecha terapeuta-paciente donde el menor se sienta en un ambiente seguro y de confianza para después, prestarse a modificar y aprender. Por lo tanto, resulta importante generar un espacio cómodo y atractivo, poniendo en práctica un gran abanico de herramientas que le permitan a la terapeuta construir una relación de calidad. 

Sin embargo, en el momento en que nos percatamos que la pandemia sería más larga de lo esperado, nos encontramos con que el espacio terapéutico que tanto se había preparado, ahora resultaba muy poco eficiente. Por otro lado, no se podía permitir que los niños siguieran pausando sus procesos terapéuticos. Fue aquí donde el mismo contexto nos enfrentó con la necesidad de pensar en alternativas para poder seguir brindando el servicio con la misma calidad y eficiencia. Este momento nos confrontó con nuestro propio potencial, al identificar si contamos con las habilidades de adaptación para poder sobrellevar este reto que llegó sin avisar.  

Aparte de buscar la motivación para seguir adelante, se requería no sólo de creatividad; sino de otras habilidades en las cuales apoyarse para continuar. Hablemos del pensamiento divergente, esta capacidad de poder mirar posibles respuestas ante una misma pregunta o distintas maneras de interpretar una interrogante. ¿Por qué en ocasiones nos es tan difícil pensar una respuesta fuera de la norma? ¿Por qué tendemos a solucionar de la misma manera distintos problemas? 

En el libro llamado “Break-point and Beyond” de George Land, se narra un test que se realizó a 1,500 personas donde se les preguntó: ¿Cuántos usos se te ocurren para un clip?”, una persona común, brinda de 10 a 15 usos;  pero al ser superado los 200 usos, se brindaría el título de genio en el pensamiento divergente. La sorpresa fue que el 98% de los encuestados, obtuvieron ese título, sin antes mencionar que los participantes eran niños de kínder. Al ser un estudio lineal, 5 años después lo volvieron aplicar a los mismos niños quienes ya estaban en el rango de edad de 8 a 10; solo el 50% obtuvo el mismo título. Por último 5 años más tarde, al volverlo a aplicar cuando ya tenían entre 13 a 15 años, obtuvieron el titulo solo el 30%. 

La principal revelación de este estudio, es reconocer que todos tenemos esta habilidad, pero generalmente se va deteriorando mientras pasa el tiempo. La justificación que brindan es que la educación o guía del adulto tiende a buscar respuestas estandarizadas y al no escuchar lo esperado, se considera incorrecto. Es importante analizar en qué porcentaje estamos; pero aún más relevante, identificar qué tipo pensamiento estamos incentivando en nuestros pacientes. Ahora más que nunca sabemos que entre mayor pensamiento divergente se genere, mayor capacidad de enfrentar los cambios que se nos presentan en la vida de manera repentina.  

“Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas,   

ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio” 

Charles Darwin 

Por otro lado, no sólo funciona el pensar en muchas respuestas, sino también, tener la respuesta más creativa que pueda solucionar de manera más eficiente una situación. Tomando como referencia la pandemia, podríamos estar hablando sobre alguna solución que contrarreste la distancia, a pesar de los retos tecnológicos. La creatividad es un proceso que te permite tener ideas originales que generen valor; es una herramienta que en muchas ocasiones permanece latente pero que se activa en crisis o casos necesarios. 

Buscando esta creatividad, una buena idea es innovadora, eficaz y moldeable. La innovación, permite que se rompa un paradigma (por ejemplo: “sólo se puede dar terapia a niños de manera presencial”), generando así, que algo que se hacía de una forma, pueda tener otra variante. Las ideas eficaces son aquellas que logran ser llevadas a cabo aprovechando los recursos con los que se cuenta (seguramente también nos sorprendió saber que no se requiere del juego de mesa para lograr una buena terapia). Por último, las ideas deben ser moldeables, pues lo que un día funciona, mañana quizás no tanto; logrando generar la adaptación a una realidad cambiante. 

“En los momentos de crisis, sólo la imaginación es  

más importante que el conocimiento” 

 Albert Einsten 

Land, G & Jarman, B. “Break-point and beyond”. 

Boyd, D. & Goldenberg, J. “Dentro de la caja”.