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EL AMBIENTE COMO FACTOR FUNDAMENTAL EN EL PROCESO TERAPÉUTICO
Lic. Claudia Rosas

El ambiente donde se encuentran nuestros niños es tan importante como el trabajo que realizamos como terapeutas; tan importante y efectivo como las estrategias que utilizamos pensando en elevar las habilidades que se necesitan trabajar. Es el lugar donde el niño pasa la mayor parte del tiempo, el espacio en el cual encontrará los recursos u obstáculos para su desarrollo.  

Cuando se realiza la valoración de nuestro paciente, generalmente se aborda en la historia clínica algunos de los elementos que constituyen el ambiente del niño, como son: estilo de crianza, integrantes de la familia, alimentación, sueño, preferencias de juego, etc. Lo que nos brinda información, anticipándonos sobre el ambiente en el que se encuentra y generando elementos clave para la interpretación de los resultados de la prueba. Es decir; el ambiente es tan importante en el desarrollo del niño, que antes de conocerlo ya tenemos información clave de éste. Sin embargo, así como el niño va evolucionando conforme al trabajo que se va realizando sesión con sesión, el ambiente también se irá modificando. En ocasiones a favor del proceso terapéutico, en armonía y congruencia; y en otras ocasiones, en contra del proceso terapéutico, provocando que las habilidades trabajadas no se consoliden ni se fortalezcan.  

Necesitamos un ambiente dinámico, que brinde diferentes tipos de estímulos, que propicie la flexibilidad, que sea un espacio en el cual se pueda aprender de los aciertos y también de los errores, donde sean bienvenidas y acompañadas todas las emociones, un espacio seguro donde los integrantes se atrevan a tomar retos, a expresar sus ideas, a pedir ayuda, etc. Es decir, un ambiente que modifique y brinde los nutrientes necesarios para el desarrollo integral de nuestros niños. 

Para conocer el ambiente en el que se encuentra nuestro paciente, es clave observar y conocer:  

  • La rutina del niño: ¿Esta en balance? ¿Tiene tiempo para jugar? ¿A qué le gusta jugar? ¿Esta muy saturado? ¿Tiene que estar a prisa todo el tiempo? ¿Las actividades son acordes a su edad? ¿Se estimulan las diferentes áreas implicadas en el desarrollo? 
  • Espacios: ¿Promueven el orden? ¿Enmarcan las actividades que se realizan? ¿Cómo se pueden optimizar los espacios? ¿Qué actividades puede realizar dónde vive? ¿Hay exceso de estímulos?  
  • Mediación: ¿Qué tipos de retos tiene? ¿El reto corresponde a su capacidad? ¿La mayor parte del tiempo el estilo  de crianza es directivo o enriquecedor? ¿Hay congruencia entre el modelo y lo que le piden? ¿Cómo manejan el error? ¿Se centran en resultados o en el proceso? ¿Se reconoce el esfuerzo y los logros? 
  • Crianza/familia: ¿Quiénes viven en casa? ¿Cómo están los vínculos? ¿Hay claridad de roles? ¿Existe la alfabetización emocional? ¿Cómo manejan las emociones? ¿Cómo percibe el niño su ambiente? ¿Hay visión de solución? ¿Cómo perciben al niño? ¿Cómo se perciben a sí mismos? ¿Con qué factores protectores y de riesgo cuentan? ¿Existen limites claros y congruentes? 

¿Cómo construir un ambiente enriquecedor desde tu rol de terapeuta? 

  • Personalizar las estrategias de acuerdo con la rutina del niño y la dinámica familiar. 

Personalizar las estrategias que se necesitan aplicar de acuerdo con las necesidades de la familia y la rutina del menor, seleccionar ejemplos de situaciones reales, dónde los padres puedan aplicar las estrategias de manera natural. De esta forma les será mas sencillo entenderlas y ponerlas en práctica para que tanto los padres como los niños toquen el éxito y generen sentimiento de capacidad. Un mediador que no se siente capaz, dejará de mediar. Necesitamos papás que se sientan capaces, para que sigan intentando; por lo tanto es importante brindarles opciones dentro de su medio generando mayor claridad en cómo aplicarlas. El objetivo para los padres y otros mediadores  que existan en la familia, será estimular el desarrollo del menor, cada uno desde su rol y de manera natural.  

Es relevante hacer énfasis en cuidar que la estimulación se realice desde el rol que le toca al mediador en cuestión, ya sea mamá, papá, abuelita, etc. Los vínculos familiares son de los pilares más importantes en el desarrollo del niño, por lo tanto es fundamental evitar que evadan su rol para tomar el del  “terapeuta” del niño en casa. Si un papá o una mamá dejan de fungir como tales, ¿Quién tomará ese rol? ¿Qué necesita mas un niño, una mamá o dos terapeutas? Priorizar el vínculo, es un objetivo fundamental.  

  • Canalizar con los especialistas pertinentes. 

Tomar en cuenta el ambiente y todos los factores que lo construyen, es clave para poder identificar cuando es necesario canalizar con los especialistas correspondientes, por ejemplo: psicólogos, psiquiatras, consejeros parentales, asesores para padres, especialistas en la conducta, etc.  El poder estar tan cerca de las familias con las que trabajamos, nos da la oportunidad y la responsabilidad de poder detectar y así poder atender de manera oportuna, situaciones que quizás los padres por si mismos no podrían identificar y que muchas veces salen de nuestra área de especialidad. 

En nuestras manos está propiciar un terreno fértil, para que la semilla que siembren los padres, pueda crecer…