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RESILIENCIA EN LOS NIÑOS: ¿CÓMO SUPERAR SITUACIONES DIFÍCILES Y SOBREPONERSE A ELLAS?
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Por: Lic. Valeria Corona Chaires

Hoy en día es muy común ver a padres de familia sumamente preocupados porque sus hijos no vivan las “mismas experiencias” que ellos pasaron, generando niños sobreprotegidos a los que no se les permite fracasar, con la falsa creencia de que esto afectará su desarrollo emocional. O padres de familia empeñados en exponer a sus hijos a la frustración con el propósito de hacerlos “resistentes” a situaciones que tienen que enfrentar en la vida.

La resiliencia es un proceso, un conjunto de fenómenos armonizados, en el cual el sujeto se cuela en un contexto afectivo, social y cultural. Es el arte de navegar en los torrentes (Cyrulnik, 2002).

Sin embargo, para generar niños seguros de sí mismos con capacidad de enfrentarse a situaciones difíciles y sobreponerse a ellas es importante que se haya generado un vínculo emocional y seguridad con su figura de apego ya sea esta su madre, padre o la persona que se ocupe con regularidad del recién nacido; esta figura de apego, además de protección, permite la creación de un estilo de desarrollo emocional e induce una preferencia de aprendizaje.

Según Cyrulnik; El niño buscará en su madre o figura de apego las informaciones sensoriales; su olor, tono de voz, su tacto, que necesita para establecer una sensación de familiaridad. Una vez establecido esto, cuando se sienta seguro comenzará a explorar su entorno. En menos de tres meses el bebé habrá adquirido una estabilidad conductual, un “como” de la relación, una forma de ir a buscar el mismo un tranquilizante natural y estimulante exploratorio que necesitará para equilibrar su vida emocional. Antes de que finalice su primer año de vida el carácter del niño ya se habrá formado.

¿Cómo fortalecer a nuestros niños?

Es importante buscar modelos pedagógicos respetuosos con el niño, en el que él mismo sea partícipe de su formación y que ofrezcan la protección necesaria para su desarrollo equilibrado e integral.

Grotberg, en 1995, elaboró un modelo para saber que actitudes son necesarias para favorecer en las personas la capacidad de recuperarse ante la adversidad, explica que esta capacidad tiene que ver con el fortalecimiento del ambiente social, los recursos personales y las habilidades sociales que promueven la resiliencia.

Por lo tanto, a continuación se describen una serie de estrategias que permitirán fortalecer las habilidades anteriormente mencionadas:

Asegurarnos de que el niño siente una red de apoyo segura en casa, que lo quiera incondicionalmente, y en la que se le permita expresar sus emociones, su forma de pensar y saber que es posible hablar de las situaciones que le angustian, enojan o le preocupan.

Emplear normas y límites: una vez establecidos, el niño o niña sabrá qué consecuencias tendrá al romperlos, y al aplicarlas conocerá que en la vida, todo tiene una consecuencia positiva o negativa, de esta manera será posible evitar el peligro o problemas. Tener esta noción permite generar un proceso de reflexión en el que el individuo se hace responsable de la decisión que tomó.

Enseñar con el ejemplo: Si los niños continuamente observan por medio de la conducta de sus mediadores la forma correcta de proceder en diferentes situaciones, seguramente imitarán modelos seguros para reaccionar a distintas circunstancias.

Personas que le fomenten autonomía: evitar la sobreprotección cognitiva, permitirá niños seguros de sí mismos, que se han enfrentado al fracaso, y, que con un correcto mediador, han logrado enfrentarse y sobreponerse a él.

Personas que le cuiden cuando se encuentre enfermo, en peligro o cuando necesite aprender: Tener cerca modelos que representen seguridad en momentos de dificultad, le permitirá confiar en su entorno y la vida.

Por otro lado, es importante también promover en los niños las siguientes habilidades:

– Autoestima: Sentirse querido, alguien por el que los demás sienten aprecio y amor.

– Ser respetuoso consigo mismo y con los demás.

– A estar dispuesto a responsabilizarse de sus actos.

– Tener la capacidad de hablar sobre lo que los asusta o les inquieta.

– Buscar soluciones de resolver los problemas que enfrentan.

– Autorregularse cuando sienten deseos de hacer algo peligroso o que no está bien.

– Contar con alguien que los escuche o los ayude cuando así lo necesitan.

Es de suma importancia romper con la creencia de que el enfrentarse al fracaso genera una experiencia traumática, por el contrario esta situación es la base para generar seguridad, siempre y cuando, el mediador, sea el responsable de hacer que el pequeño toque el éxito con la guía y los elementos de seguridad emocional y social adecuados.

BIBLIOGRAFÍA

Cyrulnik, B. (2013) Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. México. De Bolsillo

Muñoz, V (2003) Educar para la resiliencia: Un cambio de mirada en la prevención de situaciones de riesgo social. Recuperado el 10 de marzo del 2015 de: http://cpvirgendelacabeza.educacion.navarra.es/equipos/domiciliaria/pdfs/educar_para_resiliencia.pdf