Por: Lic. María Elena Anaya Meneses

Nacimos para ser sociables; desde que estamos en el vientre de nuestra madre hasta el último día de nuestra vida, se desarrollan experiencias socialmente relevantes; de aquí la importancia de transmitir a nuestros pequeños pautas de conducta que generen relaciones funcionales como base de la inteligencia emocional.

Diversos autores refieren que la relación social entre madre-hijo, al ser la primera que tiene un individuo, es imprescindible, pues marca las pautas de la conducta sociables.

“Los primeros vínculos afectivos que el menor mantiene con la familia,

le dan la oportunidad de vivenciar los sentimientos de seguridad

y confianza que necesita para interiorizar

una imagen positiva y estable de sí mismo”

Ésta relación, les ayuda a reconocer y aceptar sus propias características, asumir tanto su identidad sexual como sus rasgos físicos; por lo tanto los niños necesitan establecer relaciones de apego con adultos que les sirvan de referencia.

La vivencia satisfactoria y estable de esa relación interpersonal será la base para la construcción de la propia identidad y para el desarrollo de una autonomía y un sistema de relaciones sano y equilibrado.

La socialización les permite elegir con criterio a sus amigos, crear amistades sanas, vencer la timidez, compartir con los demás y trabajar en equipo, entre otros beneficios.

¿Cómo guiarlos a ser sociables?

• Exponerlos desde muy pequeños al contacto con otros niños, de preferencia de su edad, es muy importante. Por ejemplo organizar una tarde de piscina, ir al cine, organizar un día de campo e invitar a sus amigos a celebrarle las fiestas de cumpleaños.
• Permitirles que acudan a las invitaciones que reciba.
• Inscribirlos en grupos deportivos, musicales, recreativos, o campamentos de verano, etc.
• Invitarlos a realizar tareas del hogar, eligiendo retos acordes a su edad. (recoger sus juguetes, levantar la mesa, colocando la ropa sucia en su lugar, entre otras actividades.)
• Elogiarlos para incitar que repitan conductas cuando expresen interés o preocupación por los demás o tengan un gesto de cortesía.
• Llevarlos a experimentar mediante el juego, pues fomenta el carácter de los pequeños, es la instancia de aprendizaje y ejercitación básica de la sociabilidad «aprender a jugar, querer jugar, seguir las instrucciones, saber ganar y perder, liderar un equipo, ceder, compartir los juguetes, son situaciones que aportan al desarrollo de las relaciones sociales y deben ser aprovechadas como oportunidad de crecimiento para enseñar la tolerancia y el respeto».

Los niños aprenden a través del ejemplo, si ellos observan que los padres comparten, se preocupan por el otro, agradecen, son educados, no gritan, aprenderán a desarrollar la sociabilidad. La familia debe ser la gran promotora de crear niños/as más sociables.

Conforme tu hijo vaya creciendo será colaborador, aceptara ayuda, tendrá control de sus impulsos, no desarrollará conductas agresivas hacia sí mismo y hacia los demás, siempre y cuando haya observado estas conductas en sus guías.

Cuando el niño entra a la escuela e interactúa, principalmente con otros niños y profesores, demuestra lo que su familia previamente le ha inculcado (normas, valores, y actitudes propias del contexto en el que se desarrolla); estas nuevas relaciones que mantenga indudablemente, van a favorecer su desarrollo social.

Este proceso les llevará a conseguir la autonomía necesaria para participar en la vida social de forma creativa, respetando y ajustándose a los hábitos y normas de convivencia sin dejar de tener una actitud crítica hacia ellas, aceptando, respetando y valorando las diferencias individuales.

Los beneficios de enseñar a los niños/as a ser sociables son inmensos, y esto se ve reflejado en lo inmediato y a largo plazo, para ellos/as el mundo será mucho mejor: Podrán comunicarse adecuadamente y al hacerse entender, les será más fácil resolver los conflictos interpersonales, les ayudará a adaptarse a los cambios y serán más seguros de sí mismos.