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LA INCLUSIÓN EDUCATIVA REQUIERE DE CONTINUIDAD
karina

Por: Lic. Alejandra González Servín 

Un ciclo escolar más inicia y con esto la posibilidad de replantearnos metas, objetivos, espectativas. Como terapeuta, este nuevo ciclo me hizo preguntarme muchas cosas, entre  ellas ¿Cuál debe ser mi papel en el tema de la inclusión?, ¿Hasta dónde y cómo me debo involucrar?

El hecho de que uno de nuestros niños comience la inclusión educativa, refiere un gran logro del equipo interdisciplinario. Pero también requiere de un gran compromiso; nuestra responsabilidad como terapeutas es prepararnos día a día, conocer bien sus necesidades y entorno familiar para darle a ese niño la atención integral necesaria, no más, no menos. Esto quiere decir, darle las herramientas y acompañarlo en este proceso, introducirlo a un ambiente rico, acogedor, comprometido con él y con los demás, hacerlo inependiente e irlo soltando. Para ello, necesitamos trabajar no solo con el niño, también con las personas involucradas en el proceso (personal docente, padres e incluso en ocasiones hasta los mismos compañeros).

Según  Mónica Terribas, valorar la escuela como un proceso de socialización es la clave de la inclusión.

Aunque es un tema del que se habla y se escribe mucho, la realidad es que en la práctica no se le da la continuidad que requiere.

¿Cuántas veces después de que entraron a la escuela les preguntamos si les gusta, si tiene amigos, que materia se le complica más o promovemos la comunicación con los maestros?

Debemos ser conscientes que nuestra labor como terapeutas no acaba cuando logramos la inclusión escolar del menor, al contrario es cuando requiere de más seguimiento de nuestra parte.   Hablar de inclusión escolar implica hablar del modelo de educación que queremos y necesariamente del tipo de sociedad que queremos construir.

Son múltiples lo retos que como terapeutas debemos afrontar en este proceso, entre otros: la metodología, los directivos, maestros, los compañeros y los mismos padres de familia, ya que muchas veces la metodología de la escuela elegida no es la adecuada, los objetivos no son claros por falta de comunicación, los maestros se sienten juzgados, etc. No es nada fácil cambiar culturas o ideas. Muchas veces nos podemos sentir frustrados, en cualquier caso, la forma de hacerlo no es por medio de la palabra y el discurso, sino por la de la acción responsable y comprometida. Por lo que si queremos alcanzar un sistema educativo inclusivo hay que facilitar a los docentes apoyo y acompañamiento en la medida que nos lo permitan.

“El proceso de inclusión es más bien un proceso de reflexión, aprendizaje y de convivencia”.

¿Y cómo lograr esto?:

  • Hay que situar los recursos donde está el alumno, no situar al alumno donde están los recursos.
  • Proporcionar información inicial y permanente a todo equipo escolar sobre el alumno, es decir, facilitar valoraciones, informes, etc. del niño para que conozcan avances y su estado actual.
  • Proveer una ruta clara y estructurada: hay que planear y organizar la inclusión del niño de manera anticipada para hacerlo de la mejor manera posible.
  • Encontrar aliados: involucrar a los compañeros y sus padres, asistentes educativos, personal administrativo, etc. Todos son importantes y de gran ayuda. Todos suman en la inclusión del niño.
  • Motivar e inspirar a realizar un trabajo de calidad para que la experiencia de la inclusión sea positiva y la institución educativa acepte cada vez más niños con necesidades educativas especiales.
  • Evaluar lo que se hace, esto tiene varios propósitos: tener evidencia del avance del niño y de tu trabajo como terapeuta, determinar si las metas fijadas se están cumpliendo, tener una guía que nos permita tomar acciones concretas, etc.
  • Generar principios compartidos, para promover metodologías (enfoques, estrategias, programas,etc) que a largo plazo logren la transformación de actitudes y la generación de procesos y procedimientos que garanticen una prestación de servicios inclusivos de calidad, con resultados medibles en cuanto a calidad de vida.
  • Dar el lugar a cada uno del equipo; la riqueza de trabajar con un equipo interdisciplinario radica en la variedad de cada uno, lo que aporta creatividad y complementa si se unifican criterios.
  • Proporcionar el entorno y los medios adecuados para el desarrollo, y que se remuevan las barreras que la propia escuela crea para propiciar un aprendizaje exitoso.
  • Conocer la estructura curricular (metodología, evaluación y organización) esto permite ofrecer condiciones necesarias y adecuadas en este proceso.

“Recuerda que lo importante es tener el compromiso, ganas y amor para trabajar con nuestros pacientes»

Bibliografía:

Buenas prácticas de escuela inclusiva, Isabel Macarulla, Margarida Saiz. Ed GRAÓ