Por: Lic. Maria Elena Anaya Meneses
La etapa escolar domina la segunda infancia de los niños que se lanzan a conocer y disfrutar el mundo. Curiosidad, investigación y juegos al servicio del conocimiento y del aprendizaje.
En esta etapa los niños transitan por el estadio de pensamiento denominado por Piaget de las “operaciones concretas”. Se caracteriza por ser un pensamiento flexible y reversible. Esta característica tiene gran importancia en el desempeño del niño: la reversibilidad implica la posibilidad mental de imaginar una acción y su opuesta, de hacer y deshacer.
El pensamiento puede operar; gracias a la posibilidad de clasificar, seriar y realizar correspondencias, los niños pueden realizar cálculos matemáticos y aprender las operaciones aritméticas.
Asimismo, el pensamiento está preparado para adquirir una forma comunicativa de vital importancia para la vida: los niños aprenderán a leer y a escribir.
En esta etapa se establece un dialogo con el menor. Usan argumentos a su favor y pueden oponerse a otros que no consideran validos.
Su vocabulario se hace preciso y ordenado, son capaces de describir y de relatar episodios pasados, reales o inventados con coherencia. El lenguaje se vuelve social y les permite interactuar activamente con los demás, principalmente con sus pares.
La etapa escolar se caracteriza por un progresivo avance de la destreza motriz. Los niños son capaces de realizar movimientos más complejos y coordinados.
En este periodo se presenta la curiosidad por saber. Como atraviesan el periodo de latencia (denominación introducida por Freud para designar el periodo de desarrollo psíquico que va desde los seis a los doce años), los niños sienten particular interés por conocer y aprender. La escuela es la institución que los recibe y potencia en ellos las ganas de saber.
En general, se sienten atraídos por el mundo natural y social; plantean preguntas e interrogantes de gran importancia progresivamente y gracias a las habilidades que desarrollan en la escuela, pueden abordar más autónomamente el aprendizaje.
El ingreso a la escuela marca la entrada a otros grupos sociales distintos de la familia. Los pequeños demuestran el gran interés que tiene por aprender y por conocer el mundo natural y social. En ellos el niño deberá aprender nuevas reglas y normas. También deberá aceptar nuevas fuentes de autoridad y aprenderá pautas de intercambio.
La relación con sus pares adquiere una fundamental significación. Las relaciones de amistad se desarrollan intensamente en esta etapa y la vida social ocupa un lugar relevante
En general los niños se reúnen por afinidades y se dividen por género. Paulatinamente pasan a relacionarse con otros distintos de sus familiares con ideas costumbres y creencias diferentes. El mundo se complejiza y se hace más rico.
Los niños desarrollan una moral autónoma; reconocen lo que está bien y lo que está mal, disciernen y pueden optar. Saben que hay reglas y las consecuencias que provoca desobedecerlas y también la necesidad de ellas para regular la vida social. En toda esta etapa incorporan y hacen suyos los valores y las actitudes que su familia considera valiosos; es una etapa de siembra para la familia, cuyos frutos podrán ver años mas tarde.
A continuación se brindan algunos consejos para tomar en cuenta con tu hijo:
- Reconozcamos el derecho de los niños a expresarse y manifestar sus opciones. Los niños merecen ser escuchados y comprendidos.
- Acompañemos a nuestros hijos en la escuela. Alentemos sus logros y ayudémoslos en sus dificultades. Mantengamos un contacto continuo con sus educadores.
- Incentivemos su imaginación y su creatividad poniendo a su disposición libros de cuentos.
- Otorguémosles reiteradas oportunidades de juego y de recreación.
- No los dejemos solos mirando televisión o utilizando la computadora. Ambas actividades son importantes para el niño pero los padres deben regular el tiempo y la calidad de estas.
- Demostremos interés por sus necesidades y problemas, ellos necesitan mucha protección y cuidado.