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SER PADRES EN PANDEMIA
Lic. Nabile Gutierrez Ruiz

Marisol Vargas Gómez

Como si la paternidad no fuera ya un reto suficiente, la situación actual hace enfrentarnos con trabajo en casa o incluso pérdidas de trabajo, tener menos redes de apoyo, estar encima de otros en casa compartiendo un mismo espacio, clases en línea e inclusive pérdidas de amigos o familiares.

John Bowlby, psicoanalista inglés pionero en la teoría del apego, mencionaba la importancia de nuestro instinto de apego (que comparten la mayoría de los mamíferos) siendo una adaptación básica para sobrevivir en la infancia. Cuando los bebés (o incluso los adultos) nos sentimos asustados, estresados, tristes o sentimos alguna amenaza, se activa nuestro sistema de alarma, es decir nuestro sistema límbico, incluso si la amenaza o el estrés nos sobresatura se activará el cerebro reptiliano, en el cual podremos observar conductas de huida, defensividad o congelamiento.

Los niños al sentirse estresados o amenazados tendrán comportamientos de búsqueda de proximidad (como llorar, aferrarse, seguir con la mirada, o comportamientos más verbales) hacia su figura de apego principal, normalmente siendo los padres. Una vez que se ha logrado la proximidad, la calma y la sensación de estar seguro, el sistema de alarma puede irse desactivando. Por lo que, se puede concluir que el apego es igual a la supervivencia.

Pero… ¿Qué hace que esta pandemia sea tan estresante? 

Si recordamos y analizamos lo que surge en situaciones de supervivencia o estrés, tales como un sismo, un accidente, perderse, entre otros, es: llamar a otros, buscar ayuda (proximidad) y en niños es aún más evidente, “¿dónde esta mi mamá?” “¿dónde esta mi papá?”.

Según Gordon Neufeld, psicólogo canadiense, la separación es nuestro mayor estresor. Nuestro instinto de apego se ve reflejado en la necesidad de estar juntos, como si estuviéramos diseñados para cuidar, nutrir, proteger los unos a los otros. Cuando entendemos que el estar vinculados, apegados, sostenidos es nuestra necesidad principal como seres humanos, entonces entendemos que la separación es nuestra mayor amenaza o estresor.

Recordemos que la separación no siempre tiene que ser física, existen situaciones que nos dan una percepción de estar separados, pueden ser situaciones como: sentir el rechazo, sentirse no amado o reconocido, sentirse incomprendido, sentirse no valorado o visto, o incluso distintas pautas del manejo de la conducta como el tiempo fuera, el irse castigado a su cuarto, el ignorar o la ley de hielo, entre muchas otras. Claro, es importante tener en cuenta las separaciones que ocurren como consecuencia de la pandemia, el separarse de amigos, escuela, incluso de familiares, de los roles y ocupaciones, rituales e incluso separarnos de la idea de seguridad.

Se podría concluir que además de la amenaza obvia resultante del Covid-19, enfermedad y muerte (separación), la pandemia nos hace sentir una serie de separaciones que resultan en un estrés sumado y una gran amenaza. Por esto, la manera ideal de cubrir estas separaciones sería a través de nuestro apego, vínculo y sostén a nuestros niños. Es decir, en medio de tanta separación, la certeza debiera ser, que conmigo papá o mamá estas seguro y unido.

¿Qué es lo que podemos observar en los niños con estrés?

  1. Son menos capaces de identificar y leer las necesidades biológicas, emocionales y sociales que sienten, por lo tanto el estrés se intensifica.
  2. Pueden parecer irritables o enojados.
  3. Evaden retos.
  4. Pueden aparecer pesadillas
  5. Pueden aparecer conductas categorizadas como “malas”, sin embargo pudieran ser producto del estrés, como por ejemplo, peleas frecuentes entre hermanos.
  6. Impulsividad elevada
  7. Dificultad para concentrarse o ignorar distractores.
  8. Cambios de humor

¿Cómo acompañar a nuestros niños?

  1. Reconozcamos nuestro propio estrés y miedo, el simple hecho de poderlo reconocer nos acercará a la calma.
  2. Recordemos que no hay padres perfectos, pero si hay padres tratando de ser lo suficientemente buenos para sus hijos.
  3. No puedes asegurar el que tus hijos se mantengan a salvo de la enfermedad, pero puedes asegurarles que tu protección, acompañamiento y sostén estarán para ellos.
  4. Encuentra actividades que los unan y los hagan generar un sentido de pertenencia y de ser reconocidos en la familia. Ejemplo, ver álbum de fotos, recordar momentos especiales, realizar el árbol familiar, seguir tomando fotos para llenar el álbum familiar, jugar rummy en familia.
  5. Hazle saber que tú eres su sostén, que tú puedes con todas las emociones y estrés que ellos sienten, que tú eres el adulto que les da seguridad en tiempos de incertidumbre.
  6. Encuentren y creen momentos de pausas durante el día, ayuda a tus hijos a aprender lo que se siente estar en calma.
  7. Presentemos alternativas que puedan ser un puente ante la separación de ciertas situaciones. No podemos ver a los amigos o familia, pero nos podemos conectar. No podemos ir al restaurante favorito, pero podemos hacer la comida juntos en casa o pedirla. Etc.
  8. Haz que el vínculo sea tu prioridad. No sacrifiques el hogar, por la escuela.
  9. Asegúrate que tu hijo tenga en su día momentos de juego libre, el juego es esencial para el desarrollo de habilidades cognitivas, lingüísticas y socio-emocionales.
  10. Gestiona el tiempo en pantalla lo más que puedas, las pantallas actúan como un camuflaje los mantendrá entretenidos por unos momentos, pero posteriormente se sentirán más aburridos y posiblemente con más estrés.
  11. Comunícate, pon en palabras lo que se este viviendo y valida las emociones.

En cada momento puede haber procesos de aprendizaje, acompañemos a nuestros niños a construir las herramientas necesarias para afrontar las adversidades de la vida.