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LA PRIMERA RELACION SOCIAL
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Por. Lic. Ana Sofía Pérez Pérez

“El hombre es ante todo un animal social, y la vida humana, tal y como la entendemos hoy, sería imposible si los otros no existieran” (Delval, 1994)

La crianza de los niños varia de una cultura a otra, por ejemplo en algunas aldeas de Guatemala los niñas pasan la mayor parte de su primer año de vida en una cuna dentro de la choza oscura donde viven, sin juguetes y con muy poca interacción; otro ejemplo serían los kibutz de Israel donde los niños están en una habitación grande con otros niños y una enfermera que los cuida.

Un factor que afecta la forma de crianza para los niños es la creencia que tiene los padres sobre la naturaleza básica de aquellos y su teoría sobre la forma de transformarlos en adultos ideales.  Estas diferencias en la crianza de los niños están relacionadas con diferencias culturales en las filosofías acerca del infante.  Es probable que en la conducta de los niños pequeños influya la interacción con diferentes tipos de adultos.  Hay muchos factores que afectan la interacción entre el bebé y el cuidador; diferencias tan sutiles como  las variaciones en el ritmo del lenguaje y en la entonación de la voz de los adultos.  Estar cerca de una persona enérgica que hable muy rápido puede hacer que el infante sea más activo que si se encuentra frente a una persona tranquila que hable más lento.  Estas interacciones tienden a dar lugar a sentimientos de fijación entre ambos, este sentimiento puede fortalecerse o debilitarse por la naturaleza de la interacción.

En un niño, el aislamiento tiene efectos muy fuertes, ya que no puede llegar a desarrollarse y convertirse en un adulto sin la participación de otros adultos en su vida; el cariño y la compañía son tan necesarios como la alimentación y entra dentro de las necesidades básicas.  El hecho de que necesite de otros para que satisfagan sus necesidades durante mucho tiempo se debe a que el hombre nace inmaduro como para hacerlo el mismo.

Según Delval, a los siete u ocho meses se van formando los apegos, aparece el miedo a los extraños y la ansiedad a la separación mientras que la sonrisa social aparece a los dos meses de vida.  Él considera que el llanto y la sonrisa son algunos de tantos factores necesarios para que el bebé establezca comunicación con los adultos, al igual que las emociones que tienen una utilidad importante para expresar a los otros sus necesidades.

Hay distintas explicaciones acerca de la información del apego, la psicoanalítica de Freud, la conductista de Watson y la etólogica de Bowlby.

La más aceptada es la de Bowlby conocida como la teoría del apego, formulada en 1958 y partiendo de la teoría psicoanalítica de Freud dice que “la relación con los otros es una necesidad primaria y tiene un importante valor para la supervivencia de los individuos”.  El apego, es cualquier forma de comportamiento que hace que una persona conserve proximidad con otro individuo diferenciado y preferido; esta conducta lleva al establecimiento de un vínculo afectivo, él cual puede tener tres diferentes formas de comportamiento:

  1. Búsqueda de proximidad: el niño intentara permanecer dentro del radio de alcance protector de los padres.
  2. Efecto de una base segura: la presencia de una figura de vínculo que fomenta la seguridad en el niño y facilita la exploración y juegos confiados.
  3. Protesta frente a la separación: la amenaza a la continua accesibilidad a la figura de vínculo da lugar a protesta y a intentos activos de impedir la separación.

Algunas respuestas del bebé se pueden ver a partir de:

10ª. Semana: identifica el rostro de la madre y es sensible a su expresión.

2 a 3 meses: sonrisa social, despertar a la socialización.

3 a 6 meses: preferencia inequívoca al rostro y a la voz humanas.

7 a 9 meses: establece el vínculo, ansiedad ante la separación.

Estas etapas, en el proceso de maduración, atestiguan la capacidad creciente del niño no solo para reconocer a su madre o figura de vínculo sino también para empezar a interpretarla para desarrollar un modelo operativo de modo que las acciones así como sus sentimientos e intenciones pueden ser leídas y anticipadas.

Existen secuencias claras en el desarrollo del apego del niño, pues pasan de un apego específico a uno múltiple.  En niños mayores existe un cambio del comportamiento dependiente inmaduro como el querer estar cargados; a una forma más madura como buscar la atención y la aprobación.

Los niños son diferentes dependiendo la fuerza y la calidad del apego; las diferencias individuales en los primeros apegos están parcialmente determinados por los patrones de educación de la persona que lo cuida, aunque el temperamento del niño puede influir.

La relación entre compañeros cambia en secuencias de desarrollo predecibles.  Los niños de muy corta edad tienen muy poca relación mutua.  A los tres o cuatro años, el juego cooperativo empieza a reemplazar el juego paralelo y esta cambio se acompaña de un aumento de simpatía y solidaridad hacia los otros niños, pero también aumenta la rivalidad y competencia.

A pesar de todos los estudios realizados, no se puede concluir que las relaciones infantiles determinen las adultas, una mala relación puede compensarse con otras posteriores.  No hay que pensar que las primeras relaciones sociales condicionan de forma permanente la vida futura; lo importante es propiciar un entorno social adecuado que favorezca el vínculo para poder establecer estas relaciones sociales tan necesarias para el pleno desarrollo de los niños.