Por Mtra. Ligia Olmedo Santillana

 Reflexionando sobre el trabajo que realizamos y la trascendencia de este encontré una idea básica:

Ni toda la teoría del mundo sirve si no se aplica, integra o lleva a mejorar.

 La disciplina es un punto básico, ya que el trazar metas (iniciarlas y terminarlas) para mejorar la práctica profesional y ser constante en esto ¡es todo un reto!.

El talento sin disciplina no trasciende.

 Es común que  en el ámbito terapéutico se llene de información  la mente sin tener el uso de esta, partiendo de esto se proponen a continuación algunas habilidades o aspectos de la personalidad que llevan a realizar un trabajo completo:

 Energía adecuada

Contacto claro con los propios sentimientos

Reconciliado con todas las áreas de su historia

Neutralidad absoluta

Empatía

Comprensión

Templanza

Fuerza

Autoridad

Habilidad para resolver conflictos

Ética

Vocación (espíritu de servicio)

Visión sistémica o integral

Humildad

Auto observación

Constancia

Permanecer en la sesión aquí y ahora.

Congruencia

Lenguaje y enfoque en la solución

Habilidad para enseñar

Trabajar en equipo

 Y la pregunta es, entonces ¿Cuál me falta adquirir, afianzar o mejorar?

 Un ejercicio que puede elevar tu nivel de conciencia es llenar el siguiente cuadro, posteriormente aclararas acciones específicas que te lleven a convertirte en quien quieres ser.

 Al llenar este cuadro reflexiona sobre:

1.- Tu proceso, habilidades e inhabilidades

2.- Tus puntos ciegos

3.- ¿Que te motiva a seguir en un proceso de crecimiento a nivel personal y profesional?

 LA REFLEXIÓN LLEVA A LA TOMA DE CONCIENCIA Y ESTA ES LA VIA PARA LOGRAR LA MODIFICACIÓN.

Mejorar tu desarrollo profesional y personal significa mejoras en los que te rodean.

 Si crees que falta alguna habilidad o característica en la lista escríbenos para ampliar este ejercicio que servirá para el entrenamiento, capacitación y crecimiento de muchas terapeutas.